miércoles, 27 de julio de 2011

Daniel Teruggi, Jean-Claude Risset, Gilles Racot - Sax Computer

Daniel Teruggi, Jean-Claude Risset, Gilles Racot | Sax Computer (1990)


The saxophone is an imperfect instrument,

especially the tenor and soprano, as far as intonation goes.

The challenge is to sing on an imperfect instrument that is outside of your body.

Stan Getz


La mujer que tocaba con cuatro dedos

Conocí a una mujer que trabajaba como acompañante en una cantina en la periferia de la zona metropolitana de la ciudad de México. Ella se acercó a nuestra mesa, con un aire de excentricidad y conveniencia. Entre cubetas de cerveza, sonidos de escapes de tractocamiones y una rockola que sonaba como ver manchas de aceite sobre el pavimento, terminamos hablando de la diferencia.

Al tratar de entender cómo es que habíamos terminado en ese lugar tan peculiar, las escaleras con madera podrida, los empolvados y acochambrados adornos en la pares, cuadros grises con fantasmas en primer plano, un lugar pequeño y sin anuncios en la entrada con un par de cortinas de puerta, se me entrecruzaban los personas, en su mayoría locales, de miradas transparentes, rostros escultóricos: albañiles, pintores, carpinteros, mecánicos, traileros.

Cuando parecía que el techo se nos venía encima, ella, con ademanes, invitó a bailar a uno de mi amigos, él le dijo que no sabía bailar, ella le respondió un burlesco y decidido “y qué importa!!!”; en ese momento decidí dar un vistazo al segundo piso que, así es como se le conocía al lugar. Cada escalón que avanzaba era un porcentaje importante de luz que se oxidaba, subir esa escalera presentaba algo intenso, excitante, no sólo por el contexto, sino por los olores, a medida que se intensificaba la oscuridad también el espumoso olor a sexo. Arriba no se sabe si… pues mucha incertidumbre ya que apenas se apreciaban las siluetas de parejas y tríos sentados en lo que de seguro eran sillones, digamos que la parte de arriba era como la zona de intimidad, aunque de íntimo poco tenía. Ese segundo piso era una invitación al desenfreno y a lo desconocido, salí un momento a la terraza, en la que para poder estar allí, tenías que hacer los pies de pingüino para poder pisar; una estampa postapocalíptica de esa madrugada: unas chimeneas gigantes de una fábrica cercana se alzaban al quererle escupir al cielo, quizás a dios, este cuarteto de chimeneas se encontraba rodeado de una cadena montañosa infestada por casas grises, es ese momento toda la escena me remitió a dos cosas: el Desnudo bajando una escalera de Duchamp y a Godspeed You! Black Emperor.

Después de 4 ó 5 cubetas de flirteo y arrimones a manera de baile, ella bailaba muy erótica sin necesidad de desvestirse, probablemente eso ya no sería erótico, movía las caderas que parecían salirse del lugar, los locales y el mesero no podían dejar de mirar sus piernas y el contrapunto de sus caderas, cada que el mesero nos atendió me dio la impresión de que él estaba enamorado de ella o que quizá vivían juntos. Nos sentamos a charlar, ella estaba junto a mí, le pareció extraño que nosotros estuviéramos ahí, era interesante escucharla hablar con su jerga, con su experiencia, cosas tan directas. Cada que podía y, generalmente cuando me empinaba la cerveza, ella aprovechaba para introducir su síntesis evolutiva debajo de mis pelotas, las acariciaba tan tibio, de repente se prendió y me quiso besar, la evité ya que su boca apestaba a sexo también, toda su platica fue orientada a exaltar la diferencia, me costaba trabajo entender la precisión de sus argumentos, hasta que, me di cuenta que tenía una deformidad en la mano, parecía tener el dedo índice pegado al medio, quizá por esa razón ella no estaba en un table bailando y cobrando caro, al final nos largamos del lugar al amanecer, yo fui el único que notó la síntesis evolutiva de la mujer que tocaba con los 4 dedos.

Desnudo bajando una escalera (1912), Marcel Duchamp

Un saludo, O SFa

1 comentario:

LoRۦ4 dijo...

wow!! sublime relato.
Saludos infinitos