Black Motor | Vaarat Vastukset (2008)
Harto de las maneras en cómo el círculo en el que me encontraba trataba de demostrar su apócrifo conocimiento, decidí enfrascarme en la belleza de ella mientras dormía, entre otras cosas, bajo los efectos del alcohol y la marihuana. Justo en ese momento despertó y me pidió que pusiera la canción de The Books del disco Lost And Safe que le había prestado unas semanas antes, poco después de que la conocí, y que tanto le había gustado.
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En el lugar ella era la única mujer sobreviviente al recorrido por algunos lugares del centro, no sé quién decidió que termináramos en aquella enorme casa de ese fulano, su cuarto era como siempre quise mi cuarto en mi profunda adolescencia, con la cama en un segundo piso alzada en madera, puffff, con el notorio detalle de que el tipo entraba en los treinta años.
Siendo ella única, no sólo en el lugar sino en el mundo, el muy hijo de puta sólo estaba esperando el momento para chingar, trató de hacerse el intelectual diciendo que acababa de tomar un taller de poesía, a ella le dijo que su poeta favorito era Bécquer, mientras que a mí me chingaba diciéndome que pusiera algo más “prendido”, me dijo “no tienes algo así como Kraftwerk”. El pendejo no le quitaba la ceja, dado que sólo tenía una, de encima de sus pechos, con los que yo tantas noches había soñado, y fumaba marihuana como si se tratara de tomar café en uno de esos Starbucks, obviamente no lo complací de inmediato en su petición, pese a que no me pareció mala idea; dejé sonar un par de canciones por puro placer egoísta, así sonó la pieza más larga que cargaba de Godspeed You Black Emperor!, cuando éstos aún no ponían el signo de admiración en su lugar, después sonó Tabla Beat Science y en seguida puse uno de los discos que más disfruto de Kraftwerk, en el tiempo en el que eran una exquisita mezcla de kraut con matices experimentales muy de los años setenta.
Ya en el esplendor patético de su situación de macho alfa, el fulano, marcando territorio, justo cuando 10 minutos antes su mamá subió a pedirnos que bajáramos el volumen que, dicho sea de paso, un cuarto tan chingón y con un sonido tan… para que sonara decentemente tenía que sostener mi cable auxiliar inclinado a 30 grados de su pendejez. Cuando, con toda esa carga territorial que le daba el estar en su casa cortejando con la chica única y no la única chica, me dice “qué onda, ya puedes poner a Kraftwerk”, decidí no responder, no por grosería, quería que uno de sus amigos lo pusiera en evidencia y no yo, me volvió a preguntar en un tono más enérgico pero sin agallas, cuando lo interrumpió su amigo desde el otro lado del cuarto “ya están sonando”.
En ese momento fue cuando ella se desconectó y el “poeta dadivoso” dijo “si quieres acuéstate en mi cama, la que está en el segundo piso” a pesar de que el glorioso segundo piso estaba enfrente de nosotros y era la única cama... (continúa en la siguiente publicación)
"La caminata da certidumbre al pensamiento, conocemos en la marcha, observamos el mundo porque podemos movernos en sentido contrario al movimiento del planeta, aunque al mismo tiempo estemos plenamente referidos a él..." Guillermo Fadanelli, Elogio de la vagancia.